DE ESTE PAÍS Y DE ESTAS GENTES Como un norte helado y cruel el dolor ha caído brutal sobre este tiempo y estas gentes. Las tierras ávidas, las mesas de trabajo, las mujeres encinta han desaparecido bajo una lluvia sucia de hojas disecadas y animalitos muertos. En todos los pasillos cientos de espejos rotos reproducen el polvo. A juzgar por la imagen que devuelven ningún hombre está sano. Solo aparecen rostros incompletos, ojos llenos de furia, bocas incapacitadas para el beso, frentes donde todos los pensamientos mueren sin pasar de embriones. El odio se distribuye en panes por las mesas. No hay sitio para la sal y el café de las mañanas tiene un sedimento amargo. Son los pobres de luna, los mendigos del ojo solitario, los impotentes, los maniáticos, los que hoy deciden sobre la restauración de catedrales, el curso de los ríos y la conveniencia del amor. Estar vivo y ser de este país y de estas gentes no es alegre ni triste, sino necesario. Ser fiel a las raíces, seguir crey...