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Yolanny Martínez

 Yolany Martínez (Honduras) Ha publicado los libros de poesía Fermentado en mi piel (2006), Este sol que respiro (2011) Espejos de arena (2014). Algunos de sus escritos aparecen en las compilaciones Garage 69 (2010) y Poesía Molotov (2011) editadas por Mónica Gameros en la ciudad de México.

En el 2002 fue acreedora del Primer lugar en el “Concurso de cuento Arturo Martínez Galindo” en la Universidad Nacional Autónoma de Honduras. Recientemente le fue otorgado el Primer lugar en el First Annual Poetry Night por el poema “Pájaros de sombra”, este evento fue patrocinado por la asociación Kappa Gamma Epsilon del Departamento de Lenguas Modernas de la Universidad de Oklahoma.
Ha realizado estudios en la Enseñanza del Inglés en la Universidad Pedagógica Francisco Morazán, y en las áreas de Literatura y Linguística en la Universidad Nacional Autónoma de Honduras. Se ha desempeñado como catedrática universitaria En el 2011 culminó sus estudios de Maestría en Literatura Hispánica en la Universidad de Oklahoma, EEUU. En la actualidad es candidata al doctorado y hace presentaciones de ensayos de crítica literaria, así como lecturas de poesía, en diferentes conferencias dentro y fuera de los EEUU.


la 3era en ganar el premio nacional de poesía convocado por el festival internacional de los confines, Honduras .
II

Este sol que respiro
transpira por todo el cuerpo.
Se hace lava.
Desborda el volcán que por siglos
de los siglos era amén entre mis pechos.
Este sol, de mi cuerpo poseído,
provoca la palabra
que se vuelve mandamiento escrito en piedra.
Legua en lenguas de fuego.
Hace líquida la humanidad que llevo dentro,
esparce magma de norte a sur,
de mano a mano.
Este sol engendra  el milagro,
la savia
            que riega el cuerpo entero;
la tinta
            que en este papel
se hace llamarada.


PROFECÍA

A cal y canto
han sellado los poros
de esta casa.

No es el metal ardiente de Vulcano
que romperá las puertas
ni la fuerza inexorable de un cíclope las paredes.
No habrá ventana que ceda
ni techo que se levante de su medida.
Pasarán tormentas y asombrosos sucesos.
Habrá lluvia de estrellas y grandes luminiscencias.
La tierra abrirá sus fauces
y querrá pronunciarse en un grito seco.
Habrá sed, pero no de agua
sino de voz articulada.

En ese momento
vendrá la palabra precisa
se acumulará frente a la puerta
y se dispondrá a seducir los hierros
que el tiempo hubo liado
con óxido y veneno.
Mil ojos serán testigos
del torpe abrir de  bisagras
 y el desdoblar de la madera.
Su presencia será absorbida
en un profético empeño
y entonces
nadie podrá pronunciar dos veces el mismo verbo 
ni atrapar el infinito en un río de espejos
ni escribir el último verso.

Nadie podrá poseer la palabra precisa
porque ella habrá retomado posesión de esta casa
que antes
fue habitada por el silencio.


DEJARÉ CAER LA NOCHE


Dejaré caer la noche
sobre mis hombros desnudos
la cita a ciegas.
Dejaré tu olor
esparcido en la arena
como granos de cristal amorfo
bajo la intemperie
de este océano.

Nada se ha perdido en este asunto.
El orgullo
sin embargo
es la suma de tropiezos invisibles
de golpes en la cara que nos dan ciertas palabras
hasta que uno crece en sí mismo
y convierte la dureza de ciertas voces
en fósiles sin nombre
–que sólo sirven para efectos
de una arqueología personal–.

Dejaré caer la noche
sobre mis hombros desnudos
para que los vista de estrellas una mano nocturna
y extinga sin temores
los símbolos oscuros
que componen este cuerpo
fosilizado de palabras.


PRENDERÉ EL FUEGO


Prenderé el fuego
de tu boca
para iluminar los senderos
que me llevan a una estación sin tiempo.

Saciaré de ardor
los inviernos
que han sido envenenados
con la turbia oscuridad del frío.
Tu memoria no será más un cuerpo ambulante
incrustado en las paredes
como los fantasmas torturados de las cárceles.
Tu pasado se reconstruirá
en un tiempo presente
y serás tangible en mis labios.

Lo inhóspito de este páramo
–hecho de cuatro paredes–
se abrirá a tu presencia
en un concierto de cuerpos celestes.

Alcanzaré tu sombra
en el galopar de la noche
donde serán errantes los civilizados
y los ciegos gobernarán las horas
en que prenda el fuego de tu boca.


Y VINISTE CON EL VIENTO

Y viniste con el viento
con el canto de los pájaros
en plena cosecha.

Pregunté tu nombre
y murmuraste un suspiro.

Te pregunté a qué venías
y te asiste a mi pecho.

Y ahora me pregunto
¿A dónde has ido?

Beso tu beso
y abrazo con fuerza
tu cuerpo atemporal
para darme cuenta que estás conmigo
que traerte desde la memoria
es tenerte para siempre asido a mí
inmutable
inerte
a la astucia del tiempo.

LUNA NUOVA Plaquette monografica Honduras 2018

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