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Poeta Rebeca Becerra Lanza

 Las viejas horas

Rebeca Becerra

A mi hermano Eduardo Becerra Lanza,
desaparecido, torturado y asesinado en el año de 1982.

Las viejas horas vuelven,
encienden los caminos de la sangre,
y me enseñan tus huesos inundados de espanto.

Ciudad, apenas te percibo
como un nido sobre un árbol desnudo;
una gota de agua solitaria
enredada en los labios.

Las viejas horas me abrazan,
me torturan como a ti,
como a ti hermano.
Me sangran,
me sangran,
me quebrantan los huesos
y me pintan el pelo
como un río de polvo
que atraviesa tu rostro.

Pequeña ciudad
tu voz me susurra en la espalda,
y los pasos avanzan;
la piel se me desgaja de los huesos.

Y somos iguales, hermano,
los dos sentimos frío
y nos buscamos en dos ciudades
sobre la misma tierra.

Sentada

Rebeca Becerra

Sentada, entre tantos papeles,
llega el sonido de las campanas
recordando el tiempo de vivir.
Abandono todo. Sobre el escritorio
queda el poema
que comencé a escribir.
Quisiera creer que la madera
puede comprender
las palabras
que ahí he dejado escritas:

“El padre barre el jardín y las calles.
El niño lo mira, toma la escoba y muere.”

Pero yo tampoco descifro
la vida de las hojas,
su denuedo por vivir
y nuestra satisfacción por barrerlas.

Evocación
Rebeca Becerra

No hubo principio,
pues ya todo existía,
como el pasto trenzado por el viento.

Todo era bulla,
algazara,
reinaban los colores en las plumas.
Sí, ya todo existía.

No sé por qué me dejaron dormida
debajo de la muerte,
y aún más allá de ella,
en el ombligo neutro de la nada.

No consideraron mi carne de maíz,
mis dedos de obsidiana.
Yo me digo levántate y escribe.
Recoge del día la sangre de la noche
y líbrame del tiempo tejido por la muerte.

Borde de mis ojos
Rebeca Becerra

Me asomo al borde de mis ojos
para poder ver cómo es el mundo.

Me acuesto en mis pupilas,
viene el vértigo,
la náusea de existir
y cuando bajo hacia mí misma,
hacia mi cuerpo,
vuelve el tiempo a roer mis articulaciones,
y soy ese ancestro,
ese eslabón perdido
encarnado en mis huesos.

Vienen las palabras primarias
a probar mi lengua:
un grito primitivo explota
entre mis poros.

Nacer
Rebeca Becerra

Me veo nacer con la palabra
a medida que avanzo.
No soy una sombra,
una visión,
una ilusión,
un sueño,
un estado,
ni un estarse quieta
recibiendo lo primitivo,
los instintos;
el universo,
el susurrar de la materia.
Quiero verlo todo
atravesarlo sin hablar;
fundirme
como el rayo de sol
que lo descubre.

Rebeca Ethel Becerra Lanza

Nació en Tegucigalpa, Honduras, 1969. Poeta, narradora y ensayista. Es Licenciada en Letras con orientación en Literatura por la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH). Recibió en el año de 1992 por su libro Piedra y luna (inédito) el Premio Único Centroamericano de Poesía “Hugo Lindo” en la República de El Salvador. Ha publicado varios libros de poesía: Sobre las mismas piedras (Honduras 2004), Las palabras del aire (Honduras 2006), Persuasión de las cosas (Costa Rica 2016) y Del tiempo (antología) (El Salvador 2016), Camila (Honduras 2017). Su trabajo literario ha sido publicado en revistas, antologías y periódicos tanto nacionales como extranjeros.

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